El panda gigante es un insaciable
devorador de bambú. Un ejemplar medio se pasa la mitad del día comiendo-literalmente:
12 de cada 24 horas y hace sus necesidades docenas de veces al día. Hacen falta
12,5 kilos de bambú para cubrir las necesidades alimenticias diarias de un
panda gigante, que arranca ansiosamente los tallos con los alargados huesos de
sus muñecas, usándolos a modo de pulgares. Ocasionalmente también comen pájaros
o roedores.
Es habitual
ver a los osos panda comer relajadamente sentados en el suelo, con sus piernas
traseras estiradas hacia adelante. Aunque den la impresión de ser sedentarios,
trepan a los árboles con gran habilidad y son excelentes nadadores.
Los pandas
gigantes son animales solitarios. Tienen un sentido del olfato muy
desarrollado, que los machos emplean para evitarse entre sí y para encontrar
una hembra con la que aparearse en primavera. Tras un embarazo de cinco meses,
la hembra da a luz a un único cachorro o a gemelos, aunque en este caso no es
capaz de cuidar de los dos. Los pequeños pesan apenas unos 150 gramos al nacer
y no pueden gatear hasta cumplidos los tres meses. Nacen ciegos y de color
totalmente blanco; sólo más tarde su pelo toma las tonalidades que lo hacen tan
atractivo.
Únicamente
quedan unos 1.000 pandas gigantes en libertad, y quizás otros 100 que viven en
zoológicos, donde siempre es una de las atracciones más populares. Mucho de lo
que sabemos sobre los pandas proviene de la observación de los ejemplares en
cautividad, ya que sus primos de las montañas chinas son esquivos y raros de
ver.
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