El oso hormiguero no tiene dientes, pero
su larga lengua es lo bastante eficaz para atrapar las 35.000 hormigas y
termitas que engulle cada día.
Utiliza sus afiladas garras para abrir
agujeros en los hormigueros y poner en funcionamiento su largo hocico y su
hábil lengua. Pero tiene que comer rápido, sacando y metiendo la lengua hasta
160 veces por minuto. Las hormigas contraatacan con dolorosas picaduras, por lo
que sólo puede pasar un minuto deleitándose en cada montículo. Los osos
hormigueros nunca destruyen un nido de hormigas, sino que prefieren volver a él
en el futuro para alimentarse de nuevo.
Para encontrar sus presas estos animales
no se guían por la vista que en su caso es escasa, sino por el olfato.
Los osos hormigueros se distribuyen por
América Central y del Sur, preferentemente en selvas tropicales y pastizales.
Existen cuatro especies distintas, con grandes diferencias de tamaño entre
ellas. El oso hormiguero sedoso es del tamaño de una ardilla, mientras que el
gigante puede llegar a medir más de dos metros desde el hocico a la cola.
Algunas especies, como el tamandúa y el oso hormiguero sedoso, ejercen su
oficio en los árboles. Van de rama en rama en busca de ricos insectos.
Por lo general, los osos hormigueros son
animales solitarios. Las hembras tienen cada año una única cría, que a veces
puede verse montada sobre el lomo de su madre.
Aunque los osos hormigueros no son
agresivos, pueden llegar a ser muy violentos. Un ejemplar acorralado se pondrá
de pie sobre sus patas traseras, usando su cola para mantener el equilibrio, y
arremeterá contra su atacante con sus peligrosas garras. Las garras del oso
hormiguero miden unos diez centímetros, y le sirven para enfrentarse incluso a pumas y jaguares.
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